domingo, 4 de noviembre de 2012

Un hospital en ruinas lleno de vida


Como ya comenté en mi perfil, en este blog no sólo trataré temas que tengan que ver con la agenda mediática, sino que también realizaré crónicas, noticias, entrevistas, reportajes y todo tipo de géneros acerca de cosas que me llamen la atención, que crea que la gente debe conocer o que simplemente me parezcan curiosas o de relevancia.

Así pues, este reportaje hace referencia a un hospital en ruinas situado en las inmediaciones de Sevilla, pero que pocas personas conocen. Indagando y por curiosidad, llegué a dar con informaciones acerca de un antiguo hospital que estuvo activo hasta los noventa en Sevilla. Se trataba de un hospital militar americano que fue construido en los cincuenta. Al leer y documentarme acerca de aquel lugar descubrí que se encontraba en condiciones devastadoras. Y que los usos que ahora tiene son muy distintos a los que se le daban cuando estaba en funcionamiento. Utilizado ahora durante el día como escenario de batallas de airsoft y por la noche como lugar donde se desarrollan rituales de espiritismo y como punto de encuentro para personas que buscan sexo.

Tras leer todo lo que se decía en internet era inevitable querer comprobar si aquel lugar albergaba tantas cosas como se rumoreaba. Acompañada y con la cámara en mano nos acercamos una tarde de Sábado hasta Alcosa, por donde se llega, y cuando fuimos dejando atrás la ciudad por un camino empezamos a ser conscientes de que estábamos en medio de la nada, hasta llegar casi a las pistas del aeropuerto de Sevilla. Las dejamos a un lado y tras continuar un poco más nos encontramos con varios edificios casi derruidos. Ya habíamos llegado, estábamos en el hospital. Era el momento de entrar y comprobar qué había dentro de aquellas infraestructuras medio derrumbadas.

Al acceder al primer edificio aún era de día, pero era inevitable sentir respeto al entrar en un inmueble de tales dimensiones casi reducido a escombros. Al entrar se extendía un pasillo largo y estrecho que daba a una enorme hilera de habitaciones. Lo primero que se pasaba por la mente ante tal escenario es que sería un perfecto lugar para rodar una película de miedo. Al avanzar iban quedando atrás restos de habitaciones vacías, todas de igual tamaño, pintadas algunas con símbolos de rituales y otras con graffitis. Cuando terminaba el corredor se salía a una gran habitación que conectaba con otros tres pasillos, cada uno en una dirección. Todas las plantas de aquel edificio eran exactamente iguales.

En las informaciones sobre aquel lugar se especificaba que algunos de esos edificios tenían sótanos, y que debajo de esas construcciones había una serie de corredores que hacían que se conectasen unos edificios con otros. Pero al bajar al sótano del primer edificio la entrada estaba bloqueada, como si hubiese habido un derrumbe y los accesos se hubiesen llenado de escombros.

Ya anochecía. De camino a otro edificio apareció un coche que se dirigió hacia otro edificio de las instalaciones del hospital, el edificio de rehabilitación según los conocimientos que teníamos. Todos los edificios eran lúgubres, fríos, vacíos y como si hubiesen pasado décadas desde que fueron abandonados. El inmueble en el que estaban los quirófanos es uno de los peor conservados, apenas se sostienen algunas paredes en pie y olía a candela quemada. Al acercarnos a lo que fueron las viviendas de los trabajadores se podía confirmar otro de los usos que se le daba a aquel lugar: el de sitio para desarrollar las peleas de perros. Por lo que al cambiar de rumbo hacia otro de los edificios vimos como cada vez iban más coches hasta la construcción donde se desarrollaban las tareas de rehabilitación.

En otro de los inmuebles más grandes donde los huecos de los ascensores estaban libres y todas las escaleras permanecían en mejores condiciones no había acceso al sótano. Por lo que la decisión fue subir directamente a la última planta hasta llegar a la azotea. Desde la azotea podía observarse que a pocos metros estaban todos esos coches aparcados, sin música, y de vez en cuando podían verses luces de linternas que entraban en el edificio  y todo volvía a quedarse a oscuras.

Decidimos acercarnos en coche hasta uno de los edificios más lejanos. La inquietud fue evidente cuando uno de esos misteriosos coches vino de frente lentamente y se quedó parado a nuestro lado. Eran dos chicos. Que nos miraron y a los pocos segundos continuaron su camino hacia el edificio de rehabilitación, al mismo lugar en el que estaban todos los coches que habían ido llegando. Cerca ya del inmueble se movieron dos sombras y permanecimos en el coche hasta que se alejaron y pudimos comprobar que eran dos hombres que habían abandonado el edificio y ahora se dirigían al camino que llevaba a la zona de rehabilitación.
Con precaución nos acercamos a ese edificio y al entrar decidimos dirigirnos directamente a los sótanos y comprobar si realmente era cierto que comunicaban con otros pasillos. Pero deambulando por la planta baja en busca de una puerta que bajase al sótano encontramos estancias de ese edificio que acumulaban ropa, cartones, algunos utensilios e incluso zapatos de niños. Aquel sitio había estado habitado hace poco tiempo o aún lo estaba. Por fin llegamos a una puerta por la que se accedía al sótano, y al bajar por las escaleras era cada vez más fuerte el olor a humedad. Al terminar la escalera se llegaba a una enorme habitación en la que había tabiques derrumbados, con las paredes negras, sin pintadas esta vez, pero con juguetes sueltos de niños. Era imposible evitar que un escalofrío recorriese la espalda al moverse en aquel lugar tan extraño. Llamaba la atención una especie de tabique que se diferenciaba del resto de paredes y que era evidente que había sido construido posteriormente.

Aquel sótano no tenía ninguna otra salida que no fuesen las escaleras por las que se accedía, por lo que no había ningún pasillo que comunicase a algún otro lugar. Lo que no se pudo saber es qué había detrás de aquel misterioso tabique.

Tras la visita a aquel lugar no pudimos comprobar si realmente existen esas supuestas galerías bajo las construcciones que comunicaban unos edificios con otros. Pero sí comprobamos que a pesar de ser un hospital abandonado, y a pesar de lo tenebroso que puede llegar a parecer aquel sitio, la gente se acerca hasta allí para distintos fines. Sin importarles a veces las consecuencias de sus actos, ya que por lo que pudimos ver, se exponen al peligro sin ningún tipo de reparo.

Un hospital de una base militar americana que estuvo en uso hasta los noventa. Del que apenas nadie sabe nada , un lugar que parece abandonado pero que en realidad está en continua actividad.


No hay comentarios:

Publicar un comentario